A medida que se sumerge va poblando de sombras a todo su alrededor, y en su constante viaje submarino, las penumbras se tornan amenazantes, y la certeza de soledad es más que evidente.
El hombre celeste baja la temperatura de su cuerpo, y el mar calma su braveza, de éste modo el oleaje decrece, y amengua las caricias diarias que esperan ansiosas las rocas y la arena de la costa. Es así que durante ese viaje a las profundidades, ese hombre dueño del mar logra ensuciar con el tinte del olvido, a los recuerdos de su amor no correspondido, que se mantiene impávido en la inconmensurable franja azul, que envuelve al globo, y libera a las aves en un vuelo resplandeciente.
Sin notarlo, la arena en la playa atraviesa la misma suerte que aquel hombre olvidadizo, y durante esa ausencia plasmada en la irreverencia de sus olas, la arena vuelva sonreír y reverbera en un dorado triunfal. En ese instante ha borrado de su existencia el penar que produce el adamantino toque del hombre celeste, que enamorado del cielo no alcanza a intuir la pasión de cada uno de sus amarillos gránulos.
5 comentarios:
No dejo de sorprenderme cada vez que entro en tu blog y leo las cosas que escribir.... :)
Ojalá yo pudiera escribir de esa manera...jeje
Nos vemos y buena semana.
Que lindas palabras que usas ,algunas hace mucho que no las leia/escuchaba
que lindo que escribis...
creo que alguna vez m senti un poco como aquel hombre celeste...
saludos...
lindo lugar
Gracias por dejar tu comentario en mi blog.. :)
Por lo que he visto lindas palabras,
te dejo un saludo y la verdad.. lindo blog =).
Gracias por comentar en mi blog. El tuyo también está muy bueno, me gusta cómo escribís :)
Saludos!
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