martes, 5 de mayo de 2009

Del cine y sus luminarias


Creo que muchos de nosotros crecimos con una estructura mental parecida a la cinematográfica; ya que la solemos implementar en diferentes momentos de la vida. Capaz que de chico está bien que así sea, porque en una película se cuenta una historia resumida en no más de dos horas, y todo lo que abarca ese lapso es la sumatoria de acontecimientos de notable influencia, que tienen la mayor preponderancia para los personajes que la protagonizan. Siendo chico el universo que nos rodea, es un ámbito extraño donde imperan las novedades, todo nos resulta llamativo, aparecen las preguntas, y el continuo ejercicio de racionalizar.
A medida que vas creciendo esas preguntas, van siendo remplazadas por otras, que posiblemente tengan el mismo peso de la incomprensión metafísica que ataña al ser humano, pero las cosas que nos llaman la atención, cada vez son menos. Por empezar, el crecimiento trae aparejado el embeberse de ese universo y ayornarlo a nuestra existencia; lo que podría entenderse como cultura. No podes preguntarte a los 20 años por que casi todos los tenedores tienen 4 pinches metálicos, o si es mejor poner los cordones de las zapatillas cruzados o no. Es algo que estandarizamos en algún lugar del cerebro, que nos brinda un impulso eléctrico, por el complejo trabajo de sus neurotransmisores, para avisarnos que se tratan de cosas muy conocidas y por las que no debemos perder tiempo en sacar nuevas y futuras deducciones.
Vas creciendo y dejas de preguntar, o lo que es peor, empezas a creer que tenés conocimiento y hasta lucras con falsedad de ese trofeo que llamamos “experiencia”. Hay montones de cosas que trivializamos por el hecho de que nos parecen demasiado evidentes como para prestarles atención. No hablo de mirar la perfección de una flor que crece bajo un árbol sembrado al costado de una avenida, que tiene la misma belleza que cientos de miles de flores que crecen en el campo, tal vez esa armonía que vemos en lo bello es lo que da origen al concepto del arte, el cine es un arte. Vivir no lo es.
Hablo de darle valor, más no sea a cosas que damos por sentadas porque las creemos sencillas, cotidianas, e irrebatibles como pequeños axiomas, como ser los ejercicios de matemática en un cuaderno de 4º grado, o imaginar la potencia vinculada a la serie de explosiones producidas dentro de un pistón, del motor de un coche. (crecí con esa inteligencia de tener claros dichos paradigmas habiéndome olvidado de dividir por 3 cifras, y sin tener idea de por qué arranca un auto, por más que es común andar en él todos los días).
De todas formas me quiero referir a cosas más cercanas o hasta lejos de esa errónea mirada artística del mundo, donde hoy creemos que el arte es todo aquello que pasa por la mano del hombre, justificación que me parece reprochable al máximo. El arte radica en lo perfecto, en la belleza, no es solo un medio de expresión como nos quieren dar a entender los llamados artistas. El arte es el vehiculo que adopta esa belleza para llegar a las personas. La belleza engendra más belleza en el que la recibe, por eso de ninguna manera puedo aceptar a quienes toman el arte para transgredir, para generar confusión e inestabilidad en el que lo percibe, escuchando acordes disonantes en la música, o viendo paredes sucias con aerosol, en donde con un arduo poder de discernimiento se pueden entrever algunas letras sin ninguna significancia, a penas dándole un valor sublime a simples formas.
Lo paradójico del cine, es que se trata de un arte que ha nacido de una imperfección, ya que si no fuera por el defecto que se produce en el cristalino del ojo, el cual no alcanza a distinguir como independientes a las imágenes que se suceden a la velocidad constante con la que gira el celuloide, no existirían los honores, ni el colchón de laureles donde habrá descansado Lumiere a lo largo de su vida, luego de entregar esa maravilla que ha logrado fusionar a la industria con el arte, siendo partes de un mismo engranaje.
En situaciones comunes solemos adoptar giros que son propios del lenguaje cinematográfico. Por ejemplo me pasó de ir a la facultad y no poder dejar de mirar a la chica más linda del curso.
Uno se vale de diferentes metodologías para alcanzar la atención de una mujer, y que te mire por sobre todos los demás pánfilos que comparten el aula. Generalmente lo que suelo elegir para sortear esa treta es decir estupideces, explotando mí costado gracioso, que denota inteligencia (Esto lo digo solo porque alguna vez escuché en al televisión que los humoristas son gente melancólica e inteligente). Pongamos que la mina me dio bola y me empezó a hablar, y logré gustarle como hombre, después con suerte y valor, seguramente terminemos haciendo un trabajo práctico juntos en mi casa o la de ella y en el momento preciso, donde se produzca esa intimidad donde logremos respirar los mismos aromas de azar librados en el aire, ya sentados en la cama entre anotaciones de leyes de Gay Lussac o Boyle Mariotte,(Intimidad que busqué desde el primer momento en el que dije esa estupidez en aquella clase de Química), nos demos ese primer y anhelado beso. Tal vez en ese instante suene una canción de Radiohead que estaría concientemente amenizando la atmósfera de la pieza. Esa escena vendría a ser el corolario, el punto donde convergen todas las emociones desatadas desde que supe que ella me gustaba. En una de esas al acto seguido tengamos relaciones. Es indistinto. Si fuera una película terminaría en ese momento toda esta situación, y la música aumentaría de volumen, quizás cambie y deje de sonar bajito ese tema de Radiohead para que irrumpa la estruendosa voz quebrada de Bryan Adams gritando “Please forgive me”. Pero la vida no funciona así, luego de atravesar ese momento único y esperado por ambos, los minutos pasan de la misma forma que siempre, y las prioridades cambian por otras totalmente intrascendentes, como el deseo de prender la tele para ver el resumen de goles de TN deportivo, o empezar a darle bola enserio a los apuntes de Fluidos que estaban arrugados al costado de la cama, porque el parcial es en una semana, y me tengo que sacar mínimo un 6 para no recusarla.
Hay montones de esos cuadros que son sucedidos por circunstancias exasperantes que deberían ser obviadas. Otro de ellos se repite en los cumpleaños. Con la mejor cara de estúpido uno se tiene que bancar que le terminen de cantar el mal entonado “Feliz cumpleaños” (Valga la redundancia), en el cual se desafina como la caída de una loza contra el suelo, en el momento en que la letra dice: “Que los Cumpla, que lo cumpla!!”, para rematarla insultándote, con ese pegajoso diminutivo agregado a tu nombre, para hacerlo encajar con la métrica del dichoso cántico familiar: “que los cumpla” “Dieguito”, “Luisito”.”Raulito”, etc, etc...
Después de soplar para combatir ese controlado incendio de más de veinte faroles incinerando una sustancia tóxica producto de la parafina mezclada con los colorantes de la pintura, por lo general celeste. Sustancia que libera un espeso humo que fortuitamente inhalarás en las repetidas y desesperantes maniobras que propinaran tus desinflados pulmones para acabar de una vez con ese espantoso momento, que por si fuera poco se ve iluminado por los flashes de más de una cámara de fotos. En esa escena el punto culmine se da en el instante que se extingue el ultimo de los fuegos sobre la torta, pero lo más penoso es sobrellevar los silencios que vienen después, mientras tu vieja o una tía se ocupa de cortar las rebanadas de esa torta, que imploras que el año próximo no aparezca sobre la mesa.
Por último podría mencionar una situación de extremo dolor. Me acuerdo de haber ido a un funeral hace unos meses, luego del entierro donde todos lloramos frente a la sepultura, no quedaba otra que preguntar como nos volvíamos desde Chacarita y a cuales de los parientes, que se dirigen a destinos cercanos al nuestro, podemos alcanzar con en el auto, y durante el viaje ya se charlaba sobre la comida del almuerzo.
El cine vino a dar calce a todas estas situaciones tediosas que circundan a momentos que creemos importantes en nuestras vidas. Uno se prepara para vivir un solo momento que dura un ápice vertiginoso de tiempo, que a veces ni alcanzamos a disfrutar, y uno se olvida de que las consecuencias de esos momentos que creemos sublimes, son una cadena de trivialidades que nos hacen tan parecidos los unos a los otros. De todos modos creo que somos muy poco más que esos pequeños momentos y si el precio de vivirlos es subsistir de las sobras de los mismos, las cuales se irán degradando con los años seguramente, no me importa. Se que me tengo que preparar para vivir el mejor de todos ellos, aunque al otro día tenga que limpiar todo lo que halla quedado sobre una alfombra.



Pero mejor no!, lo mejor es no preparase, y si uno verdaderamente los espera debería fingir un falso asombro, para no minimizar aquello que en verdad vale la pena.

9 comentarios:

☀Pau☀ dijo...

Me pareció muy interesante cómo ves las cosas. Me agarra una duda metafísica de si envejecemos como un proceso anatómico o si es una reacción del cuerpo a haber perdido durante décadas la capacidad de asombrarse.

Daniela dijo...

Es verdad;es mejor no planificar demasiado esos momentos porque,en definitiva,uno no sabe con exactitud que es lo que va a suceder en el futuro....
A veces caigo en el error de imaginar como va a determinado acontecimiento,trato de imaginarlo hasta el más minimo detalle...Y lo cierto es que nunca las cosas pasan como las planeamos.

Es mejor dejarse sorprender por las circunstancias.....

Con respecto al trabajo,en el fondo se muy bien que trabajar,actualmente no es para nada bueno.Las opciones que se me presentan no son muy alentadoras...Pero el hecho mismo de ganarme mi propio sueldo me haría sentir bien...

Nos vemos y buena semana.

Dani.

Ivy* dijo...

Creo que a veces nos predisponemos de X manera y nos imaginamos las cosas como si sucedieran en una pelicula... A veces pasan asi, magicamente como si estuvieran dirigidas por un director "pro", y otras veces nos quedamos esperando el final predecible que nunca llega...

Saludos!

sOl dijo...

y nada.

quizá nunca lo cruzó...

o tal vez ese puente astillado
son las mismas barreras
que nunca saltó-cruzó

quien sabe...

como bien decís... que el arte es eso que llega, eso que se transmite... ese mensaje que deja en el otro, como lo recibe y percibe... creo que es un conjunto y no solo eso... si bien cuando escribo, pinto, hago alguna obra en el taller de escultura
no estoy pensando, a veces...
en QUIERO EXPRESAR ...
sino que trato de (con mi conocimiento de esa cosa que estoy haciendo) ponerle esa parte mia, que lo haga único, si bien todo esta inventado... o casi todo, deformar eso que ya conocemos y formar nuestra percepcion interna de ese objeto... a veces no... a veces no deformamos nada pero la obra esta tan perfecta que parece que han metido a un cuerpo dentro de ese mármol...

En fin, igualmente uno cuando hace un trabajo, cualquiera sea la rama del arte, cuando lo siente logrado... se siente hermoso... pero cuando escuchas la crítica del receptor eso es gratificante, espectacular, sea buena o mala...
por que sea lo que fuera
algo estas trasmitiendo
algo le llegó... y esa es la parte del arte
mas linda. y que nos hace crecer aun mas... sin pauuuuuuuusaaaaaaa y tampoco sin prisa...



un beso enorme... me encantan tus analisis a cerca de las cosiñas.


y a vivir el momentooooo!

Sol dijo...

Definitivamente no...
hhahaha
de hecho, me molesta la gente que escucha música en los medios de transporte, es un tanto intolerable pero bue.

Anónimo dijo...

De todo lo que escribiste,lo que mas me gustó.

Y para no arruinarlo,me quedo con las conclusiones para mi.

Un beso

unicadebilidad dijo...

Tienen algo tan especial esos viejos cines...
El arte está pura y exclusivamente en el ojo del que observa, es quien determina qué es lo bello, pienso.Uno no se puede autoproclamar artista.

Un beso!
RoSaNiTa!*

Animika dijo...

El fragmento de Cortazar, es de Modelo Para Armar, totalmente recomendable. Y en cuanto al dolor de estómago...solo puedo decir que me alegra haberme hecho entender.
Saludos vecino.

noticias saludablemente dijo...

Yo creo que la belleza es imperfeccion, uno ve a otro bello justamente porque la imperfeccion lo hace ùnico e irresistible..La belleza la ponemos nosotros en el otro... nada mas ni nada menos..por suerte podemos ponerle belleza a lo que querramos..Tu pagina es bella. Beso