Con el paso del tiempo fui involucionando en mi forma de tocar la guitarra, no debo saber más de 6 canciones, de las cuales la mitad alcanzo a tocarlas hasta el acorde final, al resto las abandono por puro desinterés.
Recién agarré mi guitarra, que dentro de mi casa es una nómada que va de cama en cama, o del sillón a una mesa, acumulando la tierra suspendida en el aire. La limpio únicamente cuando le cambio las cuerdas, o sea una vez por año, más o menos. La levanté, sin tener ganas de oír nada en especial, como hago siempre que la levanto, ya más por acostumbramiento que por placer, y noté que siempre toco de arranque a la misma tonalidad. Un Sol mayor.
Ahora me acabo de dar cuenta que mientras más despacio toco, mejor suena. Hasta parece que me encanta lo que estoy escuchando. El único cambio es la razón de disponerme a alcanzar una cierta tranquilidad, como para percibir esa diferencia, con todos los otros soles que conocía. Si tocara como de costumbre, escucharía los mismos sonidos incipientes, que son demasiado repetitivos después de tantos años de venir tocando el mismo instrumento.
Fue un segundo en el que me preocupé por valorar, ese momento que trascurría en Sol Mayor, sin pensar en lo que vendría más tarde. Me abstraje de la modulación musical, la cual se encarga de cambiar un tono por otro diferente. Es indistinto que se module luego a un La menor o un Do mayor, como suele ocurrir en la mayoría de las canciones. En ese ápice de tiempo me mantuve embebido en toda su sonoridad de escala con un solo sostenido en la clave, la segunda de todas las mayores. El hecho que este en mayor, denota que mi ánimo es alegre está noche. Toda la música triste está escrita en tonos menores. La mayoría de los tangos tienen sus primeras estrofas en tonos mayores y el estribillo en menor, o viceversa. Es decir se reparte su dialéctica poética, dentro de un contexto de discordia y sosiego, amalgamando un todo.
Lo importante es que supe vislumbrar un instante de belleza en un miserable Sol Mayor, por el solo hecho de concentrarme en él únicamente.
Creo que muchos de nosotros cometemos el mismo error de preocuparnos en aquello que es próximo, y a la vez cercano. Sin darnos cuenta, vamos aniquilando montones de soles que pasan sin penas ni gloria por nuestros tímpanos, por esperar la incertidumbre que envuelve a la nota siguiente.
Por esto mismo me pregunto, ¿por qué la gente está tan apurada?, e insulta mucho cuando pierde un colectivo a la salida del trabajo, o se resignan aplastarse los unos con otros para no dejar pasar el colectivo que se detiene en la parada, totalmente colapsado con otras tantas personas que tampoco han de resignarse a esa espera que los aleja de aquello que verdaderamente les importa. Aquel lugar donde se dirigen con esa presura, ¿qué universo desconocido para mí les está ofreciendo?. Quizás halla pasado tan distraído por este mundo, que me he perdido cientos de destinos que también suenan en Sol Mayor.
Recién agarré mi guitarra, que dentro de mi casa es una nómada que va de cama en cama, o del sillón a una mesa, acumulando la tierra suspendida en el aire. La limpio únicamente cuando le cambio las cuerdas, o sea una vez por año, más o menos. La levanté, sin tener ganas de oír nada en especial, como hago siempre que la levanto, ya más por acostumbramiento que por placer, y noté que siempre toco de arranque a la misma tonalidad. Un Sol mayor.
Ahora me acabo de dar cuenta que mientras más despacio toco, mejor suena. Hasta parece que me encanta lo que estoy escuchando. El único cambio es la razón de disponerme a alcanzar una cierta tranquilidad, como para percibir esa diferencia, con todos los otros soles que conocía. Si tocara como de costumbre, escucharía los mismos sonidos incipientes, que son demasiado repetitivos después de tantos años de venir tocando el mismo instrumento.
Fue un segundo en el que me preocupé por valorar, ese momento que trascurría en Sol Mayor, sin pensar en lo que vendría más tarde. Me abstraje de la modulación musical, la cual se encarga de cambiar un tono por otro diferente. Es indistinto que se module luego a un La menor o un Do mayor, como suele ocurrir en la mayoría de las canciones. En ese ápice de tiempo me mantuve embebido en toda su sonoridad de escala con un solo sostenido en la clave, la segunda de todas las mayores. El hecho que este en mayor, denota que mi ánimo es alegre está noche. Toda la música triste está escrita en tonos menores. La mayoría de los tangos tienen sus primeras estrofas en tonos mayores y el estribillo en menor, o viceversa. Es decir se reparte su dialéctica poética, dentro de un contexto de discordia y sosiego, amalgamando un todo.
Lo importante es que supe vislumbrar un instante de belleza en un miserable Sol Mayor, por el solo hecho de concentrarme en él únicamente.
Creo que muchos de nosotros cometemos el mismo error de preocuparnos en aquello que es próximo, y a la vez cercano. Sin darnos cuenta, vamos aniquilando montones de soles que pasan sin penas ni gloria por nuestros tímpanos, por esperar la incertidumbre que envuelve a la nota siguiente.
Por esto mismo me pregunto, ¿por qué la gente está tan apurada?, e insulta mucho cuando pierde un colectivo a la salida del trabajo, o se resignan aplastarse los unos con otros para no dejar pasar el colectivo que se detiene en la parada, totalmente colapsado con otras tantas personas que tampoco han de resignarse a esa espera que los aleja de aquello que verdaderamente les importa. Aquel lugar donde se dirigen con esa presura, ¿qué universo desconocido para mí les está ofreciendo?. Quizás halla pasado tan distraído por este mundo, que me he perdido cientos de destinos que también suenan en Sol Mayor.